viernes, 5 de marzo de 2010

Fuente


Da la sensación de que este lugar fue abandonado hace mucho tiempo ya, es una estructura muy grande, de unos tres o cuatro pisos, un edificio viejo, al parecer hecho casi en su completitud de madera. Por su apariencia debió ser un hotel en su momento, pero ahora tiene un dejo a templo, y no por alguna característica visible, es simplemente el hecho de estar ahí que le da a uno la sensación de estar en un lugar sagrado. Una niña, ya entrando en la adolescencia, se encuentra parada en el medio del pasillo; a su izquierda: habitaciones inhóspitas, la mayoría con puertas inexistenes o destruidas; a su derecha: una baranda de madera tallada que evita que cualquiera se precipite al vacío y caiga en el hall del lugar; frente a ella: yo; a sus espaldas: un hombre muy entrado en años, que por mas que tiene un aspecto decrépito inspira respeto y sabiduría, al verlo uno tiene la misma sensación que tiene al entrar en aquel lugar, el aspecto de decadencia es solo una fachada. La niña, vestida de blanco, con su largo pelo castaño algo despeinado, mira a su alrededor con total desconcierto.
-Sos la fuente.- Le dice el viejo.

Por alguna razón se datos de estos personajes: Ella esconde en sí enormes poderes psíquicos y sería un gran peligro si despertasen, el viejo también es un psíquico muy poderoso, solo que sus poderes están despiertos desde hace mucho tiempo y es el único capaz de despertar los de ella, sin embargo, sabe que sería muy peligroso hacerlo, y no lo hará.

Un tercer personaje, un hombre joven y de lentes, aparece en escena, sube las escaleras y se coloca al lado del viejo.
-¡Tenés que hacerla despertar!- Grita.
-¡No!- Se niega el anciano.

También se cosas de este nuevo personaje, pero tampoco hay motivo claro de porque las sé. Es básicamente un nerd, sabe muchísimo de robótica y tecnología, es el malo de la película... bueno, el malo del sueño, y quiere despertar los poderes de "la fuente", o sea la niña, porque una vez que hayan despertado él sabe como robarlos y utilizarlos para algo muy malo, conquistar el mundo o algo así, quien sabe...

Aprovecho los conocimientos del recién llegado sobre tecnología, y ya que estoy bastante al pedo en esa escena, le pido que me haga una antena parabólica para agarrar Direct TV, y de paso me las ingenio para cagar el sueño ¿no?, porque convengamos que venía bárbaro, ¡¿pero quién me manda a mí a pedirle una parabólica en el mejor momento de la película... sueño?!... ta, y desupés de ahí se fue todo al carajo, yo que se, al final estaba en Punta del Diablo, había mas gente, pero no importa... y ta, me calenté loco... ¡¿una parabólica?!... mas gil no puedo ser...

martes, 16 de febrero de 2010

Evolución


Es un lindo lugar, la verdad que la estoy pasando bien. Verde por todos lados, tranquilidad, se nota que estoy de vacaciones, pero ya me tengo que ir. Me dirijo hacia la salida, porque por mas que el lugar es un lugar abierto, tiene una salida (o entrada, depende de que lado esté uno). Antes de salir tengo que pasar por una dependencia del Ministerio del Interior a hacer unos tramites, si fuera una del ministerio de Defensa aseguraría que estoy en Santa Teresa, pero acá no mandan los milicos, acá mandan los milicos... bueno, es que les decimos milicos a los militares y policías por igual, usando esa palabra es un poco difícil distinguir de quien hablo, pongámoslo de otra forma: acá mandan los de azul, no los de verde... así parece que estoy hablando de tribunas de un programa tipo Gran Prix. Acá mandan los que están al servicio de la sociedad, no los que están al servicio de la ONU para misiones de paz en lugares como por ejemplo Haití (y lo pueden usar)... esta última fue un poco rebuscada, pero creo que ya se entendió la idea, no voy a seguir dando vueltas para decir que acá mandan los milicos, no los milicos.

Salgo del parque símil-Santa Teresa (no pude evitar recordar los espantosos y tan variados productos sabor símil-chocolate que venden en los ómnibus al decir esto, voy al baño a vomitar y vuelvo... ta, ya volví, espero que no se hayan ido y que sigan ahí, se que tres puntos suspensivos son un poco mucho, pero me sentía mal enserio), como decía antes del paréntesis que se hizo largo y seguramente, vómito de por medio, ya se olvidaron de lo que venía antes: salgo del parque símil-Santa Teresa, un ómnibus de excursión está esperando para llevarme a algún destino que aún desconozco. Solo el chofer, mi guía y yo vamos en el bus. Llegamos, es claro que estamos en una especie de facilidad donde se realizan investigaciones científicas, no porque haya visto algo distintivo, sino porque es mi sueño y se que es así. Mi Virgilio científico (es una referencia a la Divina Comedia, ¡inculto!) me acompaña en un recorrido por las instalaciones y me explica que acá se estudia la evolución de las especies. En el acuario del recinto logro ver zorros con caparazón que viven bajo el agua, quedo maravillado con esa imagen, pero Virgilio (que seguramente ese no fuera su nombre pero a mi siempre me gustaron este tipo de referencias) me llama la atención y apuntando con su dedo me pide que mire hacia otro lado. Son humanos, azules y de pelo naranja, pero son humanos, y viven bajo el agua. Son algo así como el resultado de una orgía entre Tabaré Cardozo, la mina del quinto elemento y Aquaman. La evolución llega a cosas increíbles en este lugar, no tengo dudas de eso y no salgo de mi asombro. Ellos me miran y por un momento no queda claro quién de nosotros está en exhibición.

En una televisión cercana veo como el que da las noticias de deportes en el informativo de canal 4 ahora se dedica a dar el estado del tiempo, pero de tan mala forma que el director del noticiero no tiene reparo en insultarlo al aire; y esa fue la señal que yo necesitaba para darme cuenta de que el sueño dejó de ser interesante, es hora de despertar.

viernes, 15 de enero de 2010

Mojado


Hay sol afuera, pero fue una madrugada de bolichear y el día no se presta del todo para ir a la playa, así que la mejor alternativa aparentemente es dormir.

Parece ser que estoy en Solymar, o algún lugar muy similar, casas de terrenos grandes, un tanto dispersas, calles de tierra con pozos, si no es Solymar pega en el palo. Camino y camino por todo el lugar hasta que doy con un parque de diversiones un tanto antiguo, de aspecto rústico. Los juegos están hechos de hierros y madera, la iluminación es bastante tenue y nada está en funcionamiento. Hay un grupo de personas sentadas frente a la montaña rusa, están compartiendo bebidas y anécdotas, no estoy seguros de quienes son pero el ambiente es agradable así que me sumo a ellos. De entre las inmóviles atracciones del parque aparece una muchacha de aspecto hippie, al parecer esta influenciada por el alcohol o algún tipo de estupefaciente, viene comentando a viva voz cuanto le gusta este lugar: "Ojalá lo hubiese conocido antes" decía. Tengo frío en los pies.

Mis pies no solo están fríos, están mojados... está lloviendo y me dormí con el mosquitero de la carpa cerrado y la parte impermeable abierta, está entrando agua. Cierro la segunda puerta de la carpa (la impermeable) y sigo en lo mío.

Estoy yendo rumbo al trabajo, el parque de diversiones quedó muy atrás. Está vez no entro por la puerta de siempre, entro por un costado de la refinería. Es de noche así que el guardia me alumbra para ver quien soy, con cara de muy pocos amigos me permite pasar, la iluminación es muy mala, peor aún que en el parque. Tengo frío en los pies.

El cerrar la segunda puerta impermeable de la carpa no sirvió de nada, aún entra agua. Salgo bajo la lluvia, me mojo, pero debo cerrar la tercer puerta (o la primera viniendo de afuera), y esto implica desatarla de sus agarres a los costados de la carpa. Después de mojarme bastante lo logro. Una vez dentro de mi habitación de turno me seco con una toalla que agarro del bolso, la misma que utilizo para secar el agua que logró entrar. Me meto adentro del sobre de dormir y sigo en lo mío.

El edificio en el que me encuentro es un tanto viejo, no es Solymar, no es un parque de diversiones, no es mi trabajo, no se que es. El ascensor parece no haber sido utilizado en años, sin embargo es utilizado todo el tiempo. "Yo lo uso para subir toallas y a mi hija" dice un hombre al tiempo que demuestra como pone una toalla en el ascensor y lo deja ir hacia un piso (para mi) indefinido. "¡Correte que baja rápido!" me avisa el mismo hombre al escuchar el ruido del viejo aparato bajando. Al parecer la subida es tranquila, pero la bajada es en caída libre. A pesar de la vertiginosa bajada un hombre desciende del elevador y comunica: "Llegó hasta el piso 10". "¡Bien! ¡Ya no somos pobres!" exclama una mujer al enterarse de la noticia. No logro entender la relación entre el hecho de que el ascensor alcanzase el piso 10 y el ya no ser pobres, pero no importa, lo que importa es que mis pies ya no están fríos.

miércoles, 6 de enero de 2010

Zombies

Estoy en el trabajo, mis compañeros tienen una actitud sospechosa, ocultan algo, así que bajo las escaleras. Estoy en mi casa, esto de vivir en la planta baja de mi trabajo me resulta muy útil. Mi madre también actúa de manera extraña, me dicen que me vista como para salir... no se a donde vamos, pero estamos yendo.

La carretera es larga, el sol pega como en el mas caluroso de los días de enero, de hecho estoy seguro de que este es ese día. Nos detenemos al final del camino, bajamos del auto y lo dejamos en el estacionamiento en el cual muere la ruta. Frente a nosotros hay un supermercado Multi Ahorro, mis acompañantes se adentran en el mismo, yo no. Miro a mi alrededor para observar el paisaje casi desértico, tonos amarillentos y amarronados es todo lo que se logra ver. Detrás del supermercado se irgue una gran cantera de roca, es imposible ir mas allá. Hacia la izquierda del lugar logro distinguir, casi incrustado en la roca, una especie de taller mecánico. Sus paredes y techo son de chapa, la antigua y precaria edificación deja notar el paso del tiempo a través del herrumbre que todo lo cubre; hacia allí me dirijo.

Fuera del taller, lavando un coche en mal estado, me encuentro con dos viejos amigos (un amigo y una amiga). Me explican que en el trabajo les hacen lavar los autos ahí cuando tienen algún tiempo libre, en ese momento me alegro de tener el trabajo que tengo. Escucho gritos, me doy vuelta para intentar ubicar de donde vienen y veo como un auto en llamas y sin conductor viaja a toda velocidad rumbo al supermercado. Inevitablemente choca contra la puerta principal y comienza un gran incendio. No logro salir de mi asombro por lo que acabo de presenciar cuando aparecen dos coches mas que, siguiendo los pasos del anterior, colisionan contra el comercio, pero esta vez ninguno de los dos estaban prendidos fuego y ambos tenían conductor.

Apresuradamente mis dos amigos y yo, ante tal confusión, intentamos refugiarnos en el taller, pero nos es denegada la entrada y nos cierran la puerta en la cara. Volteamos para intentar entender la situación, todo es caos... todo... la gente corre asustada, hay gente muerta, y gente muerta caminando... ¡Estamos viviendo un ataque zombie! Golpeamos la puerta para que nos dejen entrar, no sirve de nada, no tenemos respuesta.

Una zombie de rasgos y atuendos típicos japoneses se acerca a nosotros amenazante, blandiendo dos palos como si fueran katanas.

-Yo me encargo.- Dice mi amigo, toma dos palos del suelo y desplegando un gran conocimiento en artes marciales, se deshace fácilmente de ella.
-No tenía esa faceta tuya.- Le digo... no logro recordar su respuesta.

Inmediatamente después nos subimos al auto que estaban lavando y huimos, un grupo de zombies japoneses en bicicletas nos persiguen, pero no logran alcanzarnos, creo que estamos a salvo... creo.